Cada día es una lucha interna.
Sentía que el tiempo se me pasaba muy rápido, que los cursos en la universidad
se me hacían más pesados, que los profesores eran más exigentes conmigo, y el
estrés de la chamba, que no hacía mucho empecé,
hacía que me sintiera más cansado aún. De otro lado, siempre anhelé ser
un gran profesional, llevaba tres años estudiando ingeniería y esperaba más
adelante ser el apoyo de mis padres y mis hermanos. Tuve algo de suerte porque
la chamba que conseguí era en una empresa de prestigio y sería una buena carta
de presentación en mi CV.
Fue así cuando decidí buscar el
consejo de un amigo, que también pasaba por la misma situación y que, según me
enteré, consume “vitaminas” para estar siempre ‘animado’ a pesar de todas las
actividades que dice cumplir. Fue la única salida fácil que encontré.