UNA HISTORIA PARA CONTAR


Elvira llamó llorando, desconsolada por lo que acababa de hallar, encontró a Pedro, su hijo, armando un cigarrillo extraño en su cuarto.Él se encontraba allí, solo, en el cuarto que la misma Elvira le había alquilado, una semana antes; según ella para que sea independiente y deje “la mala vida”.
Todo empezó cuando Pedro a duras penas logró terminar la secundaria, tenía 16 años, no era buen alumno, era distraído, juguetón, pésimo en conducta; y es que algo lo atormentaba, quería conocer a su padre biológico. Elvira por primera vez se animó a hablar de él, pensó que eso lo ayudaría a cambiar para bien, “tal vez recapacite”.  Seguir leyendo





Sin embargo, el tiempo pasó y el esperado encuentro no llegaba aun. Mientras tanto, Pedro se sumergía en ese mundo de confusión, en la búsqueda de afecto, y no encontró, según él, mejor antídoto que el alcohol, descubrió luego la pasta con marihuana (mixtos) o como él decía, “mejor me quedo con la marihuana para olvidar las demás”. Ante tan desordenada vida, de llegar tarde a casa drogado, no encontrar un trabajo y sin tener claro quién es su padre, empezó su caída libre. Elvira, decepcionada y con mucho dolor decide echarlo de casa “¡eres mal ejemplo para tu hermanos menores!”.  Pedro pasó 3 meses viviendo en la calle, el primer mes decidió buscar a su padre ¡lo encontró!, este tenía una nueva familia, esposa e hijos, ambos hablaron y Pedro pasó 3 días en casa de su padre pero… éste ya no quiso ofrecerle más apoyo “Cuidarte interfiere con mis responsabilidades hijo, es mejor que busques trabajo y sigas adelante”. Pedro volvió a la calle…No pudo más, fue dándole vueltas al asunto, se enteró por ahí que su padre estuvo preso por narcotráfico y que tenía problemas con el alcohol, tal vez por eso su padre no lo quiso tener más, vio en él su retrato, ¡que será!… Finalmente regresó a casa, le pidió a su madre una segunda oportunidad, ella, le encontró un trabajo como mozo en un restaurant y también le alquiló ese cuarto.


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