Cada día es una lucha interna.
Sentía que el tiempo se me pasaba muy rápido, que los cursos en la universidad
se me hacían más pesados, que los profesores eran más exigentes conmigo, y el
estrés de la chamba, que no hacía mucho empecé,
hacía que me sintiera más cansado aún. De otro lado, siempre anhelé ser
un gran profesional, llevaba tres años estudiando ingeniería y esperaba más
adelante ser el apoyo de mis padres y mis hermanos. Tuve algo de suerte porque
la chamba que conseguí era en una empresa de prestigio y sería una buena carta
de presentación en mi CV.
Fue así cuando decidí buscar el
consejo de un amigo, que también pasaba por la misma situación y que, según me
enteré, consume “vitaminas” para estar siempre ‘animado’ a pesar de todas las
actividades que dice cumplir. Fue la única salida fácil que encontré.
No estaba muy convencido que esta
“vitamina” me podría ayudar, pero ante lo que me dijo mi amigo yo me dije:
“nada pierdo con probar”. Fue así como un “falso”, así lo llamaba él, en un
principio me dio la energía que necesitaba y la sensación de que era lo que
realmente necesitaba. Pero el tiempo se encargó de desmentirme.
La sensación inicial era
increíble, sentía una energía que recorría mi cuerpo y de pronto, yo ahí
sentado frente a la computadora con ideas, terminando informes y demás
documentos; ¡por supuesto que prolongaba mi hora de salida!; aprendí a mentir,
decía que llegaría tarde a casa pues mi jefe me presionaba, pero hallaba el
momento perfecto para tan intensa cascada de sensaciones. Las felicitaciones no
se hicieron esperar, tenía la certeza de que pronto me iban a ascender… ¡que
más podía esperar!, pero en realidad mi “energía” duró unas semanas, empezó mi
caída libre, el rendimiento en la chamba fue disminuyendo rápidamente...
Nadie me advirtió de las
consecuencias, menos este ‘supuesto amigo’, ahora me encuentro “enganchado”,
intento alejarme, botarla, pero siento un vacío intenso en la boca del estómago
que me tienta a volver a usarla. Pensé también, que si encontraba a una chica y
me enamoraría podría ser una forma de olvidar esta dura sensación. Pero no fue
así, he dejado de lado uno de mis grandes anhelos: la universidad; y en el
trabajo, ¡qué podría decir! Algunos se percataron de mi angustiado hábito. En
mis momentos de lucidez me arrepiento y lamento por todo lo que perdí, mis
sueños de ser un profesional reconocido, mis amigos de verdad, el trabajo… Siento
que ahora doy lástima y solo tengo metas inconclusas.
Por eso digo que cada día es una
lucha interna para mí.
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