Es común
escuchar de familiares de consumidores de drogas, frases como: “Mi hijo no es
un enfermo”, “él está bien, solo es una etapa”, “ya se le pasará”, “cuando
estudie dejará de consumir” y muchas frases más que mostrarían al consumo
adictivo como una “moda”, una etapa que el adolescente o joven pasa y que
“mágicamente” se termina.
Es por ello
que cuando el profesional en adicciones interviene a la familia y al adicto,
choca con una cantidad de creencias y mitos acerca de la adicción, que
dificultan su comprensión y tratamiento.
La OMS y el
DSM IV, nos indican que la adicción a sustancias psicoactivas se encuentra
dentro de las patologías mentales, es decir, conceptualmente a la par de
enfermedades como la esquizofrenia, bipolaridad, etc.; y por lo tanto también
tiente tratamiento. Al entender al adicto como un enfermo, debemos saber que su
cerebro ha sufrido un cambio neuroquímico importante, que se manifiestan en la
alteración de sus procesos cognitivos y en su conducta, especialmente en los
asociados a la búsqueda y consumo de drogas.
El poder
entender a la adicción como enfermedad progresiva, permite a los
familiares darse cuenta que hay mucho
por trabajar con el adicto, es decir que necesita un tratamiento constante y
prolongado, más aun cuando entendemos que dichos cambio neuroquímicos en el
cerebro, son permanentes, es decir este desequilibrio de las funciones
cerebrales no llegaran a regularse con totalidad.
Entonces
resulta importante entender a la adicción como una enfermedad, para lograr la
autocomprensión que los pacientes necesitan para poder recuperarse y a eliminar
el estigma asociado que muchos cargan y para enfrentar de manera profesional a
este problema que se ha convertido en uno de los más importantes de estos
tiempos.
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