TE CUENTO UN SECRETO

Así empezó Oriana a contarme sobre el chico que le gusta y “le está moviendo el piso”.  ¿Por qué un secreto?, le pregunté. “Es que mi mamá ve con malos ojos a la gente que se desenvuelve en esos medios… y nadie lo sabe”, respondió casi como un susurro.

Se trataba de Javier, el instructor del gimnasio al que va Oriana. Efectivamente, el chico tenía buena pinta y el típico perfil de los personajes que salen en los programas concurso, “agarradito” y sí, muy guapo. Ella no paraba de mostrarme sus fotos en el celular.

Oriana y yo habíamos dejado de vernos cerca de 4 meses por una pequeña discusión y me sorprendió verla esa tarde tocando mi puerta. Tenía una mochila repleta de cosas, entre ellas unos pomos que yo veía por primera vez. 

Me comentó que desde que está en el gym toma vitaminas y que de hecho la están ayudando a mantener su rutina de ejercicios. Oriana se me muy bien. Siempre me pareció una chica extrovertida, muy sociable, con buen sentido del humor y con metas súper claras. Creo que por eso estudia la carrera de Comunicaciones y me parece que tiene el perfil perfecto.

Luego de que me contará todo lo que hacía le pregunté qué había de malo con “el secreto” si todo le iba bien. De pronto vi cambiar su expresión de ánimo a una de inquietud: una especie de estado de confusión embargó a mi amiga.

“Javier está buenazo y me encanta, él conoce a toda la gentita que sale en la tele, es extrovertido, pero tiene unos arranques muy extraños”, me dijo. ¿Qué es lo extraño para ti?, pregunté. “Él me ha elaborado la rutina que debo seguir y pienso que conmigo es muy estricto, me trata como si fuera su esclava, ¡haz esto, lo otro! ¡Está mal, vuélvelo a hacer!, mientras que con otras chicas es condescendiente, a veces pienso que no es sincero conmigo. Me dice que tiene 22 años como yo, pero la gente del gym dice que tiene más”, me contó.

Era evidente que mi amiga no la pasaba bien con este chico y no solo estaba confundida sino también asustada de perder su esencia y seguir manteniendo este secreto bajo la sombra. No era usual que a Oriana le digan lo que debía hacer, sobre todo entre patas. Me preocupó cuando me contó sobre una especie de hábito que Javier le había impuesto: que Oriana le inyecte anabólicos. Al parecer ya se había vuelto una experta en hacerlo. 

Según Oriana, en el face de Javier no hay ninguna foto de ellos, pero hay muchas de él con modelos y anfitrionas de las discotecas a las que llega cada fin de semana. Y cuando chatean se pone celoso e irritable, le envía mensajes con frases como “tú no me quieres tanto como yo, te odio por eso”, “odio cuando no me haces caso”, “cuidado con estar viendo a otros chicos, recuerda que yo siempre estaré ahí para ti, además no tienes por qué tener muchos amigos.”

Creo que Oriana está ilusionada con Javier y con “todo ese mundo” que lo rodea, salir con gente conocida e ir a discos de moda, pero también la noto “desconectada”. Ya no es esa chica independiente, decidida y extrovertida que solía ser.

Me preocupa Oriana y aún sigo pensando… como podría ayudarla. 

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