Mi amigo Pipe
jugaba fulbito y era delantero, se distinguía por ser el mejor jugador del
equipo, por lo que muchos equipos se interesaron en tenerlo en sus filas. Fue
así que empezó a entrenar para llegar a formar parte de uno importante y
hacer que sus padres se sintieran orgullosos de él.
La madre de Pipe
empezó a incomodarse cuando él faltaba a sus estudios, y al preguntarle, él le
dijo que todo era debido a los entrenamientos, lo que la tranquilizaba y hacía
sentir orgullosa como madre. Pero esas ausencias cada día se prolongaban más y
su inasistencia al colegio empezó a ser notable. Fue cuando Pipe le dijo a su
mamá que había decidido dedicarse por completo al fútbol y ser profesional,
pero para ello era necesario abandonar los estudios. Su madre no esperaba tal
decisión, pero lo apoyó.
Pasó el tiempo y
Pipe frecuentaba mucho la calle. Su madre entendía eso considerando que era
parte de su preparación deportiva, pero un día una vecina le comunicó algo
urgente: “Tu hijo está consumiendo drogas”. Ella no aceptó esta noticia y la
sacó de su casa diciéndole: “¡Mentirosa!”, pues creía que todo esto era
producto de la envidia de los logros de su hijo. Es en ese momento que Pipe
llega a casa y es confrontado por la vecina: ¡Pipe, dile a tu mamá que estás
consumiendo drogas!. Él se desplomó y con lágrimas en los ojos, dijo:
"Mamá.. soy un drogadicto". Su mamá sintió que el mundo se le venía
abajo ante la inesperada confesión y por la cólera le dijo: "No quiero
drogadictos en mi casa, así es que te me vas de aquí ahora mismo". Pipe
sin decir palabra y con lo que tenía puesto se fue de allí. Sin embargo todos
los días regresaba a casa buscando qué comer y dónde dormir, pero su madre
nunca le abría la puerta a pesar de que muchas veces lo encontró dormido en la
entrada.
Pasaron meses y
Pipe ya no volvió a casa, la calle se convirtió en su hogar y la droga en el
centro de su vida. A veces la madre tenía noticias de su hijo por medio de las
vecinas y amigos, que lo veían “vagabundear” por los barrios cercanos. En
ocasiones ella veía pasar a una persona con capucha que se detenía al frente,
mirando por unos segundos la casa. Quería pensar que era su hijo. En ella se
mezclaban las ganas de salir corriendo a abrazarlo y la amargura por haber
tirado a la basura todos los sueños de ser un gran futbolista. Sin embargo, por
miedo y vergüenza, lo dejaba pasar.
2 comentarios:
A ver, vamos a leer :D
Chevere! la historia, recordé también a un amigo : (
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